Por: Noelia Zelada
La posibilidad de enfrentar una discapacidad visual se vuelve una realidad que puede vivir cualquier persona ya sea por la vejez o un accidente. Este es un reto que enfrenta desde hace dos años don Jorge de 66 años. Su historia comenzó cuando le diagnosticaron leucemia y cataratas, una patología que es la principal causa de ceguera en adultos mayores.
Don Jorge es de Puno, pero tras la noticia viajó a nuestra ciudad y a Lima en busca de especialistas, con la esperanza de recuperar su visión, sin conseguir los resultados que anhelaba. Debido a su condición, no puede trabajar, algo que fue un choque muy difícil y lo dejó triste y preocupado.
Es importante destacar que según el Ministerio de Salud, en Latinoamérica se estima que 3 millones de personas perdieron la visión, de los cuales el 70% vive en situación de pobreza y pobreza extrema.
El último rostro que pudo ver don Jorge con claridad fue el de su hermano; después, la imagen se tornó borrosa con la de su hermana mayor, quien actualmente lo acompaña a sus sesiones de rehabilitación en el CREBE UGEL Norte, anteriormente conocido como el Centro de Rehabilitación para Ciegos Adultos (Cercia). Allí, una vez a la semana, aprende técnicas para realizar actividades cotidianas sin depender de la vista, como el uso del bastón blanco que lo ayudará a movilizarse.
Este objeto representa un desafío emocional para los que lo utilizan, asegura un docente del Crebe, dicha afirmación es confirmada por Roxana de 56 años que usa el bastón desde hace 12 años. Al principio, le resultaba difícil llevar el bastón debido al miedo del qué dirán las personas que la observasen. Sin embargo, tras casi ser atropellada por un automóvil, se dio cuenta de su necesidad.
Roxana sostiene que lo más complicado para el uso del bastón es que Arequipa no está preparada para las personas con discapacidad visual, debido a los forados que tienen las pistas y veredas desniveladas de nuestra ciudad.
“El bastón se nos atasca en esos huecos. Cada vez que se realizan obras en Arequipa, abren el pavimento y lo dejan amontonado: escombros, arena, tierra, ladrillos y cascajos ocupan las veredas. Todo eso representa un obstáculo para desplazarnos”, señala.
Asimismo, espera que en Arequipa se incrementen los pisos podotáctiles que sirven de guía para las personas con discapacidad visual (con disminución total o parcial de la vista).
“Esa guía nos avisa cuando estamos al borde de la vereda y comienza la pista. Me dí cuenta que en algunas zonas, como Yanahuara, San Juan de Dios y el Avelino, hay tramos con baldosas táctiles, pero son muy cortos. Además, los ambulantes se ponen encima de ellos y ya no podemos hacer uso de esos podotáctiles”, argumenta.
Cabe señalar que en la región Arequipa hasta el 2022 habría más de 30 mil personas con discapacidad visual.
“Nosotros trabajamos trimestralmente, actualmente tenemos alrededor de 60 personas inscritas en el Crebe que perdieron la vista a temprana edad o están en proceso de pérdida. Para que las personas se sientan incluidas, es importante la familia como soporte emocional”, finaliza la actual directora del Crebe, Maria Fernández.