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La nueva esclavitud en la era digital

Reflexión en conmemoración al Día del Trabajo. La historia y nuestra actualidad.

Hugo Ramírez, presidente del Centro de Comunicaciones Amakella

El histórico acontecimiento de la huelga masiva que protagonizaron miles de trabajadores en Chicago en mayo de 1886, que terminó con la muy triste masacre de Haymarket, fue el símbolo para instaurar y conmemorar cada 1 de mayo, el Día del Trabajo. Con la sangre derramada de trabajadores a manos de la policía se pudo lograr la jornada laboral de 8 horas y la conquista de otros beneficios como las vacaciones pagadas, seguridad social, prohibición del trabajo infantil, el derecho a la sindicalización, entre otros.

Si bien estos derechos ganados hace 139 años, han sido beneficiosos para quienes han tenido o tienen la fortuna de tener un empleo formal, no lo son para la gran mayoría de personas que no tienen un trabajo con todas las de la ley como en el caso del Perú donde solo 3 de cada 10 peruanos tiene un empleo seguro. El resto se las arregla como puede; haciendo cachuelitos por aquí o por allá, vendiendo como ambulantes o, se inventa mil maneras para sobrevivir. Esta es una situación que se repite en muchos países del mundo porque según la OIT, la Organización Internacional del Trabajo, más de 60% de los trabajadores, unos 2.000 millones de potenciales trabajadores, pertenecen a la economía informal. Para esta mayoría de personas, no existe las ocho horas de trabajo ni todos los demás beneficios adquiridos.

Será interesante preguntar a todo este gigantesco batallón de desocupados y sub empleados que trabajan en la informalidad si se sienten identificados con la celebración del Día del Trabajo o, sólo es un feriado más en el almanaque y una oportunidad de ganarse “alguito más” en este día festivo.

Pero, si la era de la revolución industrial con su economía y libre mercado nos ha dejado como herencia este tremendo problema de la falta de trabajo, la situación se agrava más en la nueva era que vivimos en este siglo XXI con la revolución tecnológica que ha creado otras y nuevas formas de trabajo y, por consiguiente, de esclavitud.

Los nuevos esclavos son ahora los miles de trabajadores que, por ejemplo, trabajan en plataformas digitales: los repartidores de comida o productos por aplicación, los micro trabajadores digitales, los moderadores de contenido que operan sin contratos formales y con salarios súper bajos, sin estabilidad laboral y sin ninguna prestación social. Es un ejército invisible que sostiene la economía digital sin disfrutar de sus beneficios.

Más preocupante aún es que el trabajo que realizan es vigilado digitalmente. Ya no se necesita al capataz o el supervisor. La tecnología toma fotos de lo que estás haciendo, cuenta las pulsaciones de teclado, mide tiempos de inactividad o incluso analiza la cara, el rostro para detectar si estás concentrado o no en el trabajo. Es decir, es una vigilancia constante que provoca en el trabajador niveles de estrés comparables a los de situaciones de cautiverio. La esclavitud digital pura y dura.

Lo hasta aquí comentado, es sólo una parte dentro de los nuevos y variados problemas que la era tecnológica ha creado en el mundo laboral, urge, por tanto, analizar esta nueva o nuevas realidades y generar otras reglas, nuevas leyes; un marco regulatorio que tenga en cuenta estas nuevas modalidades. Re-imaginar un sistema laboral más justo y sostenible y evitar que se prolongue en el tiempo la nueva esclavitud en la era digital.