Ya sea a través del smartphone o la computadora, cada vez pasamos más tiempo online y, especialmente, en nuestras redes sociales favoritas viendo videos virales, tutoriales o conectando con otras personas. En promedio, una persona pasa dos horas y media en estas plataformas -según un estudio de la agencia We Are Social Canadá- donde predomina el contenido en inglés. Desde pequeños, miles comienzan a familiarizarse con expresiones populares simplemente al dar un click. Pero, ¿qué tan efectivo resulta si una persona quiere aprender el idioma?
Ingresar a TikTok, Instagram o YouTube se ha convertido en una experiencia de inmersión lingüística para millones de usuarios. Este fenómeno ha dado lugar a una forma de aprendizaje informal que presenta oportunidades y riesgos. Carmen Rodríguez, Coordinadora Académica del Área de Estudios del BRITÁNICO, explica que, por un lado, estas redes ofrecen un acceso democratizado a contenido actual (memes, videos, etc.), fomentando la exposición diaria y la motivación espontánea por aprender. No obstante, existe la posibilidad de asimilar frases mal pronunciadas o construir un vocabulario principalmente de jergas o expresiones virales.
“Las redes sociales pueden funcionar como un complemento; pero no reemplazan el aprendizaje formal del idioma inglés. Los estudiantes necesitan clases bien estructuradas, que los ayuden a medir su progreso y adaptadas a sus necesidades. Es en las aulas (físicas o virtuales) donde se consolidan los conocimientos, se corrigen errores y se desarrollan competencias lingüísticas duraderas y efectivas”, señala Rodríguez.
Para complementar la instrucción formal, la coordinadora académica del BRITÁNICO recomienda seguir cuentas verificadas en inglés (según sus intereses), interactuar y practicar la escritura con comentarios y buscar videos con diferentes acentos (británico, irlandés, canadiense, etc.) para mejorar la comprensión auditiva. Así, las redes se convierten en un canal dinámico que enriquecerá al aprendizaje formal.