Los merece por su talento, por ser un gran profesional, por su entrega, por el amor al club que lo recibió con los brazos abiertos el 2012, por su sencillez, por sus 188 goles, por sus 380 partidos sudando la camiseta. Bernardo Cuesta es el capitán que empuja siempre para adelante, el que apoya a los jóvenes en los entrenamientos, el que los guía, el que los recibe al empezar la práctica, el que les habla en voz alta cuando es necesario y con el cariño de un padre cuando el camino es complicado.
El argentino nacionalizado peruano es el que le da un beso al escudo cada que anota un gol. El que saca su furia contenida e hincha las venas de su cuello cuando grita a los cuatro vientos que es él quien hizo un golazo. Es el papá tierno que en casa se transforma para dar amor a la familia. El que se come la bronca en un mal resultado.
“Bernie” es el que no piensa dos veces en parar su andar para atender el selfie de un hincha, el autógrafo o la foto del recuerdo. El que siempre dice “gracias” a los elogios, “Vamos a ver que pasa”, responde cuando el hincha le pide otro título, más goles, mejores jugadas.
El futbolista que en diciembre cumplirá 36 años, no es perfecto, por eso es que está lleno de humildad. Por eso es que vive al máximo cada partido. Se emociona cuando ve una bandera de más de 10 metros que dice “Bernardocuestismo”, cuando ve un tifo con su rostro emocionado gritando un gol y la hermosa catedral de Arequipa al fondo. Tenemos Cuesta para rato y es seguro que vamos a disfrutar el fútbol, él en las canchas y nosotros viéndolo desde las tribunas.
Cuesta es que el hizo el gol del campeonato del 2015, eso nadie lo olvida, es que lloró dedicándolo a la tribuna donde su esposa e hija también lloraban de emoción. Las lágrimas de alegría fueron de miles de hinchas que soñaban con ese gran momento y con victoria sobre un equipo limeño.