El Perú posee la segunda mayor extensión forestal en América Latina, solo por detrás de Brasil. Con aproximadamente 68 millones de hectáreas de bosques, alberga el 13% de la cobertura boscosa de la región.
Sin embargo, su participación en el mercado mundial de productos forestales sigue siendo mínima, representando menos del 1% de la oferta global; es decir, nuestro país importa más productos madereros de los que exporta, lo que deja al país en una posición comercial deficitaria en el sector maderero, una situación que ya en 2017 resaltó el Centro para la Investigación Forestal Internacional (Cifor).
La mayoría de la producción maderable proviene de bosques naturales y no de plantaciones comerciales, expuso el gerente de Derivados de la Madera (Derima), Carlos Espino Díaz, durante el Foro Internacional de Plantaciones Forestales Comerciales.
“En el mundo todos los avances industriales y tecnológicos se basan en las plantaciones y esa es la desgracia de nuestro país. Aquí el desarrollo industrial, si se puede decir así, se ha basado en los bosques naturales, lo cual nos lleva a ser dependientes de la importación para satisfacer la demanda de productos derivados de la madera”, afirma.
Sumado a ello, solo el 25% de la biomasa de un árbol es realmente aprovechado para la industria maderera, mientras que el resto se pierde en el proceso.
“Cuando nosotros tumbamos los árboles (…) en el bosque se queda aproximadamente el 60% y nos llevamos los troncos que representan el 40%. Tras el proceso de aserrío se pierde más biomasa y si se tiene una buena tecnología disponemos de un 25%. Fíjense cuánto material se queda en el camino”, comenta el ingeniero Carlos Espino.
Consciente de esta brecha, el Gobierno peruano a través del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) aprobó la Estrategia para la Promoción de Plantaciones Forestales Comerciales 2021-2050 (EPPFC), con el objetivo de incrementar la producción y la rentabilidad de las plantaciones comerciales en el país. Esta estrategia apunta a desarrollar plantaciones en zonas degradadas o que perdieron su vegetación natural, generando empleo y fomentando una economía sostenible.
Los datos del Serfor estiman que en una década, las plantaciones forestales podrían cubrir 2 millones de hectáreas, con el potencial de generar más de 5000 empleos directos en comunidades rurales. Este impulso busca reducir la presión sobre los bosques naturales, que actualmente representan la fuente de más del 85% de la producción maderera en el país.
Para que esta estrategia tenga éxito, la calidad de las semillas es esencial, asegura la presidenta del Capítulo de Forestales del CIP Cajamarca, Fátima Marcelo Bazán.
“Existe un sistema nacional de semillas forestales que busca consolidar estos avances que no han sido muchos, aún han sido deficientes. La autoridad competente está tratando de formalizar, pero estos esfuerzos son mínimos. Se debería priorizar el fortalecimiento de este sistema”, expresa.
El cambio hacia un modelo basado en plantaciones comerciales podría no solo reducir la dependencia de los bosques naturales, sino también convertir al país en un importante exportador de madera en la región y permitiría al Perú responder a la demanda mundial de maderas sostenibles y reducir su déficit comercial.