Hace siglos, el recorrido de la imagen del Señor de los Milagros era una tradición profundamente popular, donde esclavos y plebeyos se reunían con esperanza para pedir por la salud de sus familias, la seguridad en sus comunidades y un futuro menos marcado por la corrupción en el Perú. Así lo relata Julia Costilla en la revista Anthropologica de la PUCP.
En aquellos tiempos, los devotos que rendían culto y cargaban la imagen del Cristo Moreno eran, en su mayoría, adoberos, cocheros, estibadores del puerto, entre otros trabajadores de clases humildes. Sin embargo, después de 1920, la devoción se amplió, sumando a su vez a profesionales, ejecutivos, funcionarios públicos, ministros de gobierno, oficiales de las fuerzas armadas, así como a figuras del deporte, las artes y el espectáculo.
A lo largo de los años, este fervor trascendió fronteras, extendiéndose a otras ciudades del mundo, mientras que en el Perú ganó más fuerza. Tal fue su importancia que en 2010, la imagen del Cristo Moreno fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
Hoy en día, la procesión continúa siendo un espacio de profunda devoción. Los fieles, como lo expresa María Francisca Cervantes, una adulta mayor, acuden con el mismo espíritu de fe.
«Mi hija no se siente muy bien de salud, y por eso estoy pidiendo al Señor de los Milagros que la cuide y la proteja. Ella es mi única compañera, pues mis otros hijos están lejos”, cuenta doña María, quien asegura que siempre acude a estas procesiones, acompañando a la Hermandad del Señor de los Milagros Arequipa (HSMA).
Es menester precisar que cuando se creó la hermandad en el Templo de Santa Marta en 1950 solamente mujeres la integraban, y no fue hasta seis años después que los varones fueron recibidos en este espacio. En ese sentido, el primer mayordomo de la HSMA fue Andrés Belaúnde, quien era hermano del expresidente Fernando Belaúnde.
“Fueron las hermanas las primeras en seguir con devoción al Señor de los Milagros. Ellas convencieron a sus esposos para que también se unieran a esta noble causa. Gracias a su dedicación la hermandad creció constantemente a lo largo de los años. Fue alrededor de 1995 cuando comenzó a fortalecerse aún más, con el crecimiento de las cuadrillas”, comenta el exmayordomo vitalicio 2013 – 2016, Antonio Huayna Castro.
En la actualidad las mujeres tienen un papel destacado durante la procesión, actuando como cantoras y sahumadoras, mientras que las aspirantes se ocupan de realizar los petitorios y vender las ceras a lo largo del recorrido del Señor de los Milagros.
“Tengo 44 años formando parte de la hermandad y participando en las procesiones, ¿qué significa cargar la cruz? es una cosa maravillosa porque llevas todos los pesares que uno tiene (…) Pido por la salud de mis hijos, mis nietos y nietas”, indica Grimalda Cano, una mujer sexagenaria que durante la procesión carga una cruz, desde el mediodía hasta las cinco de la tarde.
Con respecto a la indumentaria, al principio los varones no vestían la tradicional túnica morada (símbolo de fe y de que el señor hizo algún milagro en sus vidas), sino usaban ropa deportiva hasta 1995, fecha en que se les obligó a usar terno y capa para cargar el anda de la imagen.
«En 1996, adquirimos nuestra propia casa en la calle Sucre 113, una propiedad que en ese momento estaba bastante deteriorada. Sin embargo, con el tiempo y con mucho esfuerzo, fuimos transformando el espacio para que nos permitiera acoger a todos los hermanos que forman parte de nuestra comunidad”, explica el exmayordomo.
Actualmente el Señor de los Milagros es el refugio de los que sufren y la esperanza de los necesitados, los que piden en su santo nombre que los acompañará hasta el final de los tiempos.